Desviviendo




Es inclemente el silencio
y rigurosa la desnudez no deseada.
La tierra está demasiado fría para el hombre.
Los caminos oscuros.
El paisaje despoblado.
Las alimañas acechantes.
No podrá resistir tanto vacío.
Vivirá desviviendo.




(Foto. Michael Ackerman)

Tibieza



Cuesta recibir a la noche
tan tibia
desprovista de un simple gesto
que desbroce el camino encubierto
de las estrellas



(Foto. Roman Loranc)

Transfiguración




Este desplazamiento entre nieblas
la opresión de su opacidad
el temor a no distinguir espacios
la disolución momentánea de las figuras
la irrelevancia de la luz
las voces extraviadas
la confusión de las respiraciones
la ambigüedad de un tiempo flotante
el invisible gesto transido

mas una activa incandescencia
se abre paso silente
coloreando poco a poco las sombras



(Foto. Michael Ackerman)

Asalto



De dónde proceden
no se sabe
pero se apoderan de las horas abandonadas.
Se infiltran a través de los humores de mi cuerpo
y subrepticiamente avanzan
hasta ser un clamor
y zarandear aquello que amparo celosamente.
Van desarmando imágenes
en su arrebato colérico.
Hurgan en todo lo que retuve
a lo largo de densos aprendizajes y maniobran
para que olvide quién fui.
Sólo algunas figuras
se rescatan de manera extraña a la muerte
burlándola.



(Foto. Wayne Levin)

Incrustación



Y si esta nieve
que bordea la linde de mis vísceras
se convirtiera en ámbar
preservando en su interior
un suspiro



(Foto. Daido Moriyama)

En mi desorden



Cuando no oigo tu voz
soy el desorden
tu voz
viajera ya conmigo desde la creación
de las palabras
¿cuántos desiertos habremos atravesado
sin saber si nos cruzábamos por el camino?
tu voz recitándome
apacible o enérgica mientras te buscaba
ahora
mece pues con tu voz el borde
de la mía
y cuando el silencio de la vida te hiera
deja que alivie con mi boca
tu sien


(Foto. Larry Clark)

Aura



Vengo desde la niebla
aura remota y volátil
allá donde se esbozan todos los relatos
¿cuál me ha tocado vivir a mi?


Ámbito



A mi llamada
abandonas la noche
trazas un círculo de acero
en torno nuestro
allí dentro
teñimos de rojo
un ámbito
irreemplazable
y lo habitamos

(Foto. Anders Petersen)

Ejercicios de respiración



Respirar las palabras
inspirarlas sílaba a
sílaba aunque lleguen a voleo
no dejar un hueco sin ocupar
en el tórax de las confusiones
el filo de sus dientes
irá dejado muescas
en las vísceras culpables
sujetar aquel tropel de imágenes
y después retener
solo unas pocas
las más elementales y certeras
con el resto
más vale expeler el smog que no debimos
inhalar torpemente



(Foto. Eikoh Hoshoe)

Ruego




Deja caer la sal
entre las grietas de mis labios.
Cura.
Escuece pero su sabor
lleva el perfume de las lágrimas.
También la acidez.


Prometeo amante



Una llama hurtada al centro de la tierra
prendida para ti
los pétalos son suaves
como tus labios
pero queman
queman
como el agua cálida de tu boca
en cada sorbo que bebo.

La insaciable



Corre, persíguela, la tienes casi a mano.
Ella está ahí desde que los juncos se cimbrean
y dibujan las voces de los hombres.

Tiene mil rostros y mil gargantas y otras tantas traiciones.

Debes saber que es una senda oblicua
que cambia su sentido de improviso y te pone a prueba cada día.
Cuando crees que vas bien orientado se revuelve,
como el viento o el furor de la ira,
enfilando tus pasos hacia un destino impreciso.

No temas si, conducido por su osadía, llegas a lo inesperado
pues no siempre te será dado sujetar los caprichos de la bestia.

Ella no te abandonará jamás aunque se oculte 
revelando a tu ansia nuevos y enigmáticos paisajes.
Insaciable y tenaz y a veces terca, devorará tus entrañas
buscando la sustancia que la nutre,
sin que veas manera de evitarlo.

Está tan dentro de ti que ni en el sueño te desproveerás de ella.
Atravesando tu silencio sorberá cada gota de tu baba.
La palabra no ignora que tú eres alimento,
pero también su espectro.



(Foto. Ikko Narahara)