Asalto



De dónde proceden
no se sabe
pero se apoderan de las horas abandonadas.
Se infiltran a través de los humores de mi cuerpo
y subrepticiamente avanzan
hasta ser un clamor
y zarandear aquello que amparo celosamente.
Van desarmando imágenes
en su arrebato colérico.
Hurgan en todo lo que retuve
a lo largo de densos aprendizajes y maniobran
para que olvide quién fui.
Sólo algunas figuras
se rescatan de manera extraña a la muerte
burlándola.



(Foto. Wayne Levin)