Equilibrio




No hay paso
          sin ti no lo hay
ni senda que pueda deshacerse

he recorrido tanto
y tanto aún ansío caminar hacia tu orilla
que no contemplo rendición

cierro los ojos y mantengo el equilibrio

no cortes el cable delicado por el que me desplazo
estoy cerca y tú al otro lado
           el vaho de tu aliento humedece mi rostro

no me desproveas de la pértiga
           incluso aunque lo hicieras andaría entonces
por el aire

pero mi destino no es el aire
sino la tierra de que estás formada
           esperando que yo germine
en su sustancia




(Ralph Gibson)

Conjuro en tres fases





Ausencia: amenazante y velada
privación
             nada sería igual y todo quedaría oscuro
si habitaras los espacios de nuestras vidas

las palabras se despojarían de sentidos:
sentidos del calor sentidos de la urgencia sentidos
de las voces
con las que nos reconfortamos tantas noches distantes
             aplazados sentidos
que han llenado los días que aliviaron
nuestros desgarros y sortearon
las incertidumbres

             Tiempo: estás cargado de nuestros sentidos
complementarios
los que llevamos alojados en las entrañas

no nos traiciones ahora
sabes que no podrás rehuirnos porque eres
            somos
nosotros mismos
y condenado estás a ampararnos

Soledad: áspera y violenta
soledad:
             yo te conjuro
contra las palabras vanas y las figuras efímeras

aplaza tu desasosegada decisión
y no pronuncies la última palabra
             pues sólo hay un destino
escrito




(Foto. Antoine D'Agata)


       

Al borde




No caer, sentir
que la sombra de ti mismo
no ha podido robarte tu sombra grande
la sombra madre
de la que te nutres sin edad
con una ácida sonrisa inerte
y de donde te sujetas ya sin placidez

no puede con ella el violento desdén
de ese espectro pequeño que se revuelve aún
en el desván de tus sueños
no puede con las sombras que gravitan
y te desdibujan un día tras otro
sin que logres detener su mano voraz

No caer antes de...¿antes de?
Como si acaso hubiera una caída programada
confías una vez más en los días y temes
nuevamente la noche que te engulle
y tu disolución por sorpresa

por sospecha




(Foto. Michael Ackerman)

La calma




Después del último gemido
        ahogado en el sudor
                    de tu cuello de intemperie

tras la expulsión a que sometes
al hombre de sí mismo
        desgarrada caída
              inclemente vórtice de arrobamiento
al cual nos rescatamos como náufragos pasivos

                    apurados en el vaho que aún flota
entre dos cuerpos
        cautivos de su sed y su lujuria
no dejas escapar mis manos
                    no me abandono al sopor traicionero
                                no quiero perderme la calma
de tus ojos

aún no he soltado del todo las bridas del placer
        y tu boca permanece tan abierta




(Foto. Michael Ackerman)

Aprendizaje




Su cuerpo habla
una lengua que enseña a balbucear al mío
y no sabe luego
hacerlo callar




(Foto. Antoine D’Agata)

Regusto





Al anochecer desprecias tu imagen
pasas de corrido ante los nombres del día
y sus actos
tu boca sabe acre al áspid que secreta

hoy no has envenenado a nadie



(Foto. Kai Pfaffenbach)

Golem




Sopla sobre mí
una vez has moldeado con tus manos
pacientes
la blandura del barro

adapta este ser nacido para amar
a tu materia
oblígale a gemir y a desprenderse de su veta
y que te traiga la lluvia
y que rescate tu fuego
y que se envuelva en tu vendaval

hornea con su sustancia rebelde
una vasija capaz de contener su sed furiosa
donde tú te viertas

hasta enredarte




(Foto. Michal Ackerman)