Al erguirte me yergues
y una danza de los dedos
y la música de mi boca interpretando
susurros
y el corte cenital de tus dientes
sobre mis pezones emergentes
y el rozamiento que intercambia calidez
hasta nadar en su humedad
cada impulso
hace que nos desplomemos
no como muertos repentinos
sino como orugas fabricando el tejido
de los días
en su tierna viscosidad.
(Foto. Ignacio del Río)