Instinto




Hay días en que me despierto cargado
de instinto
y no estás a mi lado:
una ráfaga de vengativa soledad
pretende derribarme.

Salto al suelo, impetuoso,
como si echara un pulso con la gravedad
que me arroja
ineludiblemente
hacia el punto cardinal en el que habitas.

Enfrío mi desnudez advirtiendo
que también la potencia espléndida del sol
se ve turbada y  las nubes
amortiguan su luz.
No por ello desaparece y él me enseña
a esperar.



(Foto: Ralph Gibson)