Cuando dejé de ser aquel poeta
Oguzcan
perdí mi lengua perdí
a Beethoven a Debussy
los ojos de las medusas
extravié mis propias cenizas
que se disolvieron por los Bósforos
de todos los continentes
y ya no podré volver a soñar en los desiertos
del Taklamakán.
Sólo la memoria secreta de otro ser
inalterable y secreto
recorre de nuevo el mundo en busca
de los orígenes que habitan en la mujer
que nunca puede desaparecer.