Impaciencia




Embeleso del niño con la carrera impetuosa de las nubes.
               Asombro de un vuelo raso.
Lame el aire imitando un vértigo entusiasta.
               Luego maldice con desdén las obediencias
que le impiden ser nimbo o rayo o fluido
o siquiera una sombra.
               Urgencia de lo otro
y el picor que le azuza por llegar más lejos.
El cielo es imparable y él tan lento.
               Impaciente mirada.
Pregunta al viejo pastor
¿por qué corren tanto?
               No son las nubes, le responde
el  anciano sagaz.
               Son las horas.




(Foto. Fay Godwin)